¿Qué son las emociones?

¡La chispa de la vida! Vivir significa sentir. Aunque lo cierto es que resulta complejo definir la palabra emoción, una palabra que guarda en sí misma la esencia fundamental del ser humano. Las emociones aportan información relacionada con el bienestar.

Leslie Greenberg, que ha escrito ampliamente sobre el tema, explica que la emoción aporta una información valiosísima que pone a la razón en perspectiva.

Nos relacionamos con el mundo a través de nuestras emociones. Sin ellas no existe posibilidad alguna de disfrutar de una vida plena.

Aunque vivamos de espaldas a ellas, en el fondo todos sabemos reconocer qué es una emoción, ya que la experimentamos físicamente debido a su intima relación con nuestra fisiología.

Resultara fácil identificar situaciones en las que sen hecho visible a través de la transpiración de las manos, las pulsaciones del corazón, la presión sanguínea, la activación de los músculos faciales. Recuerda, mejillas sonrojadas, tez pálida, ojos brillantes, respiración entrecortada; desde el punto de vista orgánico, cuando experimentamos una emoción, comienza una sucesión de actitudes fisiológicas en las que interviene el sistema nervioso, el sistema endocrino y dependiendo del procesamiento de la emoción, el sistema inmunitario.

Etimológicamente, la emoción, “emotio”, apunta a algo que se pone en movimiento, es en sí misma una combinación de reacciones bioquímicas, energéticas y fisiológicas encargadas de enviar con la rapidez de un rayo la información al cerebro para prepararlo a la acción, y a su vez, éste de manera mecánica y ultra rápida, responde.

La emoción moviliza a la persona y le crea estados mentales y comportamientos beneficiosos o perjudiciales, provechosos o nocivos. Nos mueven a sentir rabia, a sentirnos tristes, a dar saltos de alegría o a hacer lo que sea preciso si tenemos miedo. En la experiencia de una emoción generalmente interviene un conjunto de conocimientos, actitudes y creencias sobre el mundo, que utilizamos para valorar una situación concreta y que influye en el modo en que percibimos la situación.

La inteligencia emocional nos permite percibir y comprender las señales que nos presenta el entorno, manejar nuestras respuestas y, así, tomar decisiones emocionalmente más inteligentes.

Las emociones cumplen una función social. Los humanos somos seres sociales y relacionarnos con los demás es una necesidad básica. Las emociones nos ayudan a adaptarnos a nuestro entorno. Aunque en tantas ocasiones uno seamos conscientes de esta influencia, tienen una finalidad con respecto a los demás y es la de conseguir una mejor relación con quienes nos rodean.

Por ejemplo, la rabia busca que coloquemos límites, marquemos nuestro territorio y expresemos lo que queremos y necesitamos. La tristeza implica pérdida y busca recogimiento, centrarnos en nosotros mismos y procurar que el otro entienda y nos acompañe. El miedo activa el organismo para la supervivencia, moviliza para que puedas protegerte. La alegría se contagia, te abre para que que te relaciones con los demás y disfrutes de ellos. El amor te acerca a la vida, al otro SER humano, a conectarte con tu “BIEN – ESTAR“. El dolor nos ayuda a cambiar, porque invita a la introspección que las clave para reparar daños emocionales que arrastramos del pasado. Así lo indican grandes científicos especialistas en emociones, como en neurólogo LeDoux o el psiquiatra Daniel Siegel. Cuando hay una pérdida, la tristeza obliga al organismo a pararse para ver que ha sucedido y cómo va a afectarnos lo ocurrido y partir de ahí, reiniciar.


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